28 marzo 2007

LITTLE CHILDREN (2006) - Todd Field

Según la norma que he tratado de seguir desde que en 2006 volví a escribir de cine de manera regular, me referiré a LITTLE CHILDREN —la vi este miércoles a la 1:30 pm en el Cinex Victoria con la única compañía de una linda parejita que entró con unos 20 minutos de retraso— sin haber leído ninguna otra reseña o crítica, aunque en este caso particular sentí que me hizo falta. Igual voy.
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En primer lugar me pregunté: ¿quién era el narrador en off omnisciente? Nunca lo supe. Como en la película se toma como marco referencial a Madame Bovary de Gustave Flaubert, supongo que es un narrador omnisciente flauberiano, aunque probablemente estoy hablando güevonadas. Soy detractor sistemático de las voces en off, pero en este caso no me desagradó, excepto en las conclusiones de la escena final. De Todd Field sé que hizo IN THE BEDROOM, que estuvo postulada al Oscar y me consta que era una buena película, aunque no quedó particularmente grabada en mi memoria. Field vuelve a los suburbios de aparente color pastel que llevan la catástrofe escondida (East Wyndam, en Massachussets) y al tono íntimo. Pero LITTLE CHILDREN me afectó mucho más. Y la recordaré mucho más.
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LITTLE CHILDREN. Niño pequeño o niños pequeños (no "Secretos íntimos", como le pusieron en español). Podría hacer referencia a esos niños muy pequeños de futuro incierto que abundan en la película, generalmente como actores muy pasivos y al garete, que reciben las consecuencias de las acciones de adultos ignorantes o inconscientes.
También podría hacer referencia a algunos de los personajes masculinos adultos: Brad (Patrick Wilson, suerte de Kevin Costner joven), estatua griega bronceada, fantasía sexual automática; en el fondo, un niño sin personalidad y sin elecciones propias, cautivado por el escapismo del mundo de los deportes, y dispuesto a vivir de chulo de su esposa de manera indefinida. El adolescente que nunca hace la tesis para graduarse, que posterga, que prefiere que los demás tomen las decisiones.
Richard (Gregg Edelman), enamorado por Internet después de viejo.
Ronnie McGorvey (Jackie Earle Haley), el individuo con trastorno psico-sexual que despierta el radicalismo irracional de los suburbios (en realidad nadie tiene moral para lanzar la primera piedra). Es mi personaje favorito de la película: su austera dignidad me hizo recordar a Michael Stipe, el vocalista de REM; la muerte de su madre implica el desborde de su contención. En su extremo opuesto, Larry (Noah Emmerich), el policía desempleado que traslada sus frustraciones personales hacia la cacería del pervertido sexual. Al final, los extremos se tocan.
"Todos los hombres son iguales", recuerda la suegra de Brad. Trágicamente, tiene mucho de razón. Todd Field toma partido por su Emma Bovary.
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LITTLE CHILDREN es una película con varios niveles de análisis y capítulos que no están del todo delimitados. Es como si el filme tuviera varias edades. Comienza marcando el contraste entre Sarah (Kate Winslet), esposa de Richard y antropóloga devenida en ama de casa, y el resto de las madres del suburbio: señoras de ésas que pegan papelitos de recordatorios en la nevera y gritan como gansos. "Me quedé dormida mientras hacíamos el amor; le pedí perdón a mi esposo al día siguiente, pero él ni se había dado cuenta", relata una de ellas.
Sarah es la Madame Bovary, es decir, el hambre de una vida diferente. A pesar del triángulo amoroso que las enfrenta, su nivel cultural le conecta a Kathy (Jennifer Connelly), la documentalista de televisión casada con Brad (en la escena de la cena, ambas de hecho se identifican en sus percepciones sobre la inmadurez de Brad). Connelly, por cierto, muestra una faceta para mí inusitada, luciendo tanguitas plateadas.
Otro "capítulo" totalmente autónomo dentro de LITTLE CHILDREN son las escenas de piscina; la fotografía refleja a la perfección las sensaciones que despierta el entorno en Sarah. Una tregua dorada, primaveral e inofensiva. La llegada de los chaparrones de verano es el llamado de lo salvaje y el cierre del capítulo. Termina, con nostalgia, la inocencia y su iluminación diáfana. Comienzan las Grandes Ligas de las acciones.
tatata
En algún momento se hace referencia a la guerra en Irak, con el relato de un niño cuyo padre ha muerto en combate. No sé si luce muy forzado, pero quizás esa referencia tiene relación con la elección final de Sarah. Escapar hubiera sido conducir a su hija Lucy (y a Aaron, el niño de Brad) a nuevos infiernos. Sólo queda enfrentar lo que se tiene en casa. Lo mismo para Estados Unidos como nación: ya basta de buscar culpables afuera, la única salida es la introspección, solucionar lo que ocurre adentro en vez de tratar de salvar al mundo. Ideas similares a las de películas como LADY IN THE WATER de M. Night Shyamalan. Quizás LITTLE CHILDREN peca de exceso de ambición y de obviedad, esto último sólo en el desenlace, al que le faltó más trabajo, porque también Todd Field se complicó con demasiados aspectos que tocó y a los que luego debía dar cierre.
Pero por otra parte, vaya seda de película. Vaya cadencia. Qué delicadeza para retratar los pequeños detalles de lo cotidiano: manos con guantes de plástico que friegan los platos, lavadoras de ropa que acompasan un acto sexual tan largamente ansiado. La poesía de los suburbios color pastel en los que la procesión va por dentro.

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