24 diciembre 2006

APOCALYPTO (2006), de Mel Gibson



GLADIADOR, pero en Mesoamérica. Quítele el Coliseo de Roma y póngale las pirámides de sacrificio humano de la civilización maya: igual hay monumentalidad, pan y circo para las masas. Algo me gusta bastante de esta película, y es que le mete un coñacito a todos estos santurrones ayatólicos que predican en VTV y VIVE TV acerca de la condición idílica de todo pasado precolombino, "hasta que llegaron los españoles a robarnos" (ayer mismo estaban transmitiendo en canal 8 un resumen de los Juegos Deportivos Indígenas Amazonas 2006; lo juro por Dios, créanme, había una competencia de rallar yuca. Una vergüenza de reportera de VTV entrevistaba a los pobres medallistas con imbéciles preguntas propias del espíritu occidentaloide de competitividad, al estilo de "¿cuál es su próxima meta?". Coño: sobrevivir, señorita, sobrevivir).

Mel Gibson nos hace recordar que en la América precolombina también hubo procesos de conquista, colonización, expolio y genocidio. Yo le aplaudo a Gibson este empeño de ir contra la corriente y de rescatar lenguas muertas y, en este caso concreto, la intención de dirigir una mirada histórica hacia un territorio geográfico que muchos estadounidenses sólo ven como un criadero de garrapatas y cachifos que está por allá abajo en el mapa. Lástima que, en el planteo general de la historia, Gibson no pueda salir de las garras de ciertos convencionalismos heroicos de Hollywood, con sus respectivos acontecimientos inverosímiles del género de la acción schwarzeneggeriana: venenos que matan de manera instantánea; eclipses repentinos que no habían sido vaticinados por los avanzados astrónomos mesoamericanos; una tribu selvática de la que nos enteramos, ya al final de la película, que en realidad habita muy cerca del mar, sin que eso tenga influencia alguna en su cultura. La última escena es totalmente predecible, y además, mal rematada. En todo caso bastaba sólo la imagen de los barcos, y no había que agregar ningún otro fotograma o diálogo.

Por momentos, se respira el lirismo vegetal del mejor Werner Herzog, y un sentido metafísico del martirio de los cuerpos humanos que se va perdiendo a medida que avanza la película y se desata una persecusión en la jungla al estilo Depredador. APOCALYPTO no está mal, pero daba para mucho más.

14 diciembre 2006

VOLVER (2006)



Sólo hay dos hombres y nadie los echará de menos: uno que economizaría si comprara la cerveza por toneles y no por laticas, que babosea carajitas y que disfruta del fútbol español (un juego Racing vs Deportivo, es decir, no se trata de cualquier aficionado ramplón, sino de un iniciado) mientras su mujer se parte el culo. Lo matan y a absolutamente nadie en el mundo le afecta. El otro es un bello tonto al frente de una hambrienta troupé cinematográfica, pero sólo queda en blofeo almodovariano. Ergo, he aquí el mundo de la mujer con todas sus hondonadas y porosidades. Una de las conclusiones lapidarias de VOLVER es que en esta vida las mujeres se las pueden arreglar solas hasta para deshacerse de un cadáver, y sin recurrir a serruchos como en SHALLOW GRAVE. La vi en el desfalleciente Ateneo de Caracas, en una sala de aire rancio que sentaba muy bien con una película que desprende los entresijos insondables de una vieja pantaleta de señora.

Una obra maestra más de Almódovar (quisiera destacar la serena majestuosidad con la que caen los créditos luego de la última imagen de Carmen Maura), no hay duda, aunque de sus obras maestras, ésta no es con la que más me conecto. Me pasé toda la película aguardando la aparición de la hermana desconsiderada de Agustina que trabaja en la televisión, y aunque la escena del talk show es divertida, esperaba aún más derrape e hipérboles. Me pregunto cómo harán en los cines de Estados Unidos para subtitular los riquísimos matices del parloteo madrileño y detalles como el "pan con pan" y el pueblo llamado Alcanfor de las Infantas. Por eso Almodóvar no gana el Oscar de director. A Penélope Cruz, que nunca había sido santa de mi devoción, la noté más sabrosona y regia que nunca, lo que confirma los efectos positivos de desvincularse de Tom Cruise. No pierdo las esperanzas de que Katie Holmes algún día se regenere. "Regresé porque me sentía sola", suelta el personaje de Doña Irene (Carmen Maura) para explicar por qué volvió del mundo de los muertos. La frase vale por toda la película y encierra el secreto de por qué los fines de semana las mujeres muestran un frenetismo incontrolable por mandar mensajitos de texto como locas, montar el arbolito de Navidad o gastarse todos los churupos en un centro comercial, mientras que uno lo único que quiere es ver tranquilo el partidazo entre el Manchester United y el Chelsea (¡nunca me dejan, coño!).

10 diciembre 2006

WORLD TRADE CENTER (2006)



No lo niego: algo de mérito encierra realizar una película en la que los dos personajes principales permanecen inmóviles 90% del tiempo fílmico debajo de placas de concreto. Pero desde un punto de vista estrictamente cinematográfico, olvidándonos de los sentimentalismos y de la cagalera de interiores que vivimos aquel 11-S de 2001 (por lo menos en mi caso fue así, y hay varios testigos), UNITED 93, la otra cinta reciente sobre el atentado más mediático de la historia humana, le mete una goleada con su suspenso en progreso sostenido a esta tibia WORLD TRADE CENTER.

Con Oliver Stone siento lo mismo que con el grupo Chemical Brothers. Cuando escuchabas "Out of Control" en 1999, te quedaba claro que Tom Rowlands y Ed Simons estaban montados en la cresta de la ola y los demás venían detrás, bien lejos en la orillita. Pero cuando comprabas el disco "Come with us" en 2002, ya la escena electrónica británica se había quemado con tanta sobredosis y los Chemical Brothers venían con la lengua afuera, rezagados del lote.

De la misma manera, cuando veías SALVADOR (1986), PLATOON (1986), BORN OF THE FOURTH OF JULY (1989), THE DOORS (1991), JFK (1991) o NATURAL BORN KILLERS (1994), tú podías estar de acuerdo o no con el tremendismo chillón de Stone, pero lo que no podías negar era que el hombre estaba montando la agenda, como dicen en la jerga de los medios de comunicación, con sus denuncias del imperialismo y del estilo de vida estadounidenses. Estaba vibrando, pues, pegando duro. El Oliver Stone de hoy es un bate quebrado, le cortaron la melena. Un currutaco tímido y con pocos cartuchos por quemar. Se quedó rezagado. Otros marcan la pauta. ALEXANDER (2004), su biografía de Alejandro Magno, tenía algunos raptos de grandeza visual, pero cojeaba por su escasa valentía para aportar una tesis histórica novedosa y por un protagonista inadecuado como Colin Farrell. Y esta WORLD TRADE CENTER nos hará decir "¡pobrecito!" al ver a un estoico Nicolas Cage, pero no generará ningún tipo de debate político acerca de qué hizo la pobre Nueva York (una ciudad liberal y cosmopolita, donde el Partido Demócrata suele ganar por paliza) para que le infligieran este castigo.

El personaje más intrigante de WORLD TRADE CENTER es un marine con un corporativismo digno del Opus Dei, el sargento Dave Karnes. Lo interpreta el pelirrojo Michael Shannon con un rictus facial inmóvil. Una frase suya le pone el cartelito de The End a WORLD TRADE CENTER: "Necesitaremos gente competente para vengar esto". Su actuación es tan farsesca y risible que me quedé muy intrigado después de salir del cine: ¿Oliver Stone se tomó a este marine en serio o en realidad es una gran sátira del militarismo neoconservador a lo Donald Rumsfeld? Lamentablemente, creo que Stone no logra ni una cosa ni otra.

07 diciembre 2006

A GOOD YEAR (2006)



Cuando tenía entre 15 y 17 años, más o menos, no existían los DVD quemados ni disponía de dos aparatos de VHS para hacer copias de cinta a cinta. Alquilaba películas en un videoclub cercano de la avenida Panteón y pegaba un viejo grabador de cassettes a la bocina del televisor para conservar ciertos momentos musicales que me dejaban en estado de exaltación. Puedo citar el concierto improvisado de piano de Gerard Depardieu en GREEN CARD (1990), la inolvidable misa ortodoxa cantada y la introducción en idioma rumano con cielo rojo de BRAM STOCKER'S DRACULA (1992), la vertiginosa y sensual canción con acordeones en una escena de discoteca con Rob Lowe y James Spader en BAD INFLUENCE (1990). Todo este pasado se me agolpó en la mente cuando estaba viendo A GOOD YEAR un miércoles a las 2:00 de la tarde en la avenida Victoria, una de esas funciones cuando hay cinco personas en la sala. Russell Crowe llega en avión a Francia y empieza a sonar "Moi Lolita", canción de Alizee, la Britney Spears del país galo. Un momento sublime.

A GOOD YEAR es la incursión aparentemente insólita de Ridley Scott en la comedia romántica cuando el cineasta británico tiene 69 años, una edad en la que uno viene de regreso de muchas cosas. Pero si uno observa algunas escenas, se hará notar la energía de la cámara (inusual en este tipo de películas) del autor de BLADE RUNNER y GLADIATOR. Un cierto frenetismo cruel.

En A GOOD YEAR sabes absolutamente todo lo que va a suceder desde la primera escena: se expondrá el contraste entre la acelerada y deshumanizada vida en Londres del corredor de bolsa Max "Maximillion" Skinner (Russell Crowe) y el entorno rural donde se crió en la Provenza francesa, y a donde regresa para vender la finca vinícola de su fallecido padre. El nunca resuelto duelo entre la Gemeinschaft (comunidad) y la Gesellschaft (sociedad)... relaciones personales cálidas, conservadoras y posesivas versus relaciones frías, liberales e impersonales (¿entre el capitalismo azul y el socialismo rojo?). Todos sabemos que, hacia el final de la película, Russell Crowe renunciará a su mundillo bursátil y su cuerpo será bañado por luz dorada. Está cantado, Ridley Scott lo sabe. Dicho esto, hay que concentrarse no en la historia, sino en cómo se cuenta, y A GOOD YEAR tiene valores narrativos audiovisuales más que interesantes. Un personaje fugaz que me fascinó fue el anciano papá de Duflot, es una caricatura mágica. Pero tengo grandes dudas acerca de si Russell Crowe trascenderá en esta nueva faceta de macho domado y dulce. Russell, nunca vas a dejar de ser un poco maldito, esa es tu esencia, aunque digas que te has calmado. Te recordaré siempre como Bud White, no como Max Skinner.

Frases interesantes:
"¡No digan que estoy de vacaciones, eso es peor que la muerte!" (Max Skinner por teléfono a su compañera corredora de bolsa en Londres).
"Bebo coñac, soy demasiado impaciente para el vino" (Max... todos sabemos que le terminará gustando el vino).
Max: "Este lugar no va con mi vida"... su amante Fanny le responde: "No, tu vida no va con este lugar".

NOTA: el público masculino mayoritario que vea esta comedia romántica se fijará en Marion Cotillard, la actriz que interpreta a Fanny, la diosa morena mediterránea. Yo en lo particular me quedo con la visión de Abbie Cornish, la rubiecita de formas suavecitas y rosadeces cutáneas que hace el papel de Christie, la hija perdida.